ESCULTURA

La escultura de Lucas Alcalde posee un conjunto de características que la diferencian clara y nítidamente de otros artistas. En líneas generales, se entronca en la tradición escultórica del siglo XIX, aquella que se abre a nuevas sensibilidades, tales como la maternidad o la exaltación del mundo laboral. Incluso con otras corrientes más recientes y renovadoras que colocan a la mujer en pie de igualdad, en todos los aspectos, con el hombre.

Si es cierto que la infancia es la patria del hombre, en el caso de Lucas esta suposición se convierte en certeza total. Desde pequeño vio y vivió el mundo del trabajo manual, y muy especialmente, el de la minería. Su sensibilidad se fue inclinando del lado del más débil, del obrero. A lo largo de los años esta sensibilidad se fue abriendo y expandiendo en otras direcciones, en aspectos relacionados con la pesca marítima, la industria pesada y la labranza. Junto con el tema de la maternidad, éstos son los pilares sobre los que se asienta el grueso de su creación.

Su obra llama la atención, en primer lugar, por su solidez. Sus piezas están, en términos arquitectónicos, bien construidas, con los pies en el suelo, siguiendo los principios de la lógica y la física. 

  Incluso en las que la protagonista es la mujer, Lucas dota de solidez a la obra. Y no solo en la parte material, del soporte, sino a la forma en que distribuye, visualmente, los pesos y los volúmenes. Desde cerca, o desde lejos, la obra funciona, está bien estructurada, es armónica.

Independientemente del tamaño o de la importancia de la obra, el artista, antes de iniciar el trabajo, piensa bien cuál es su meta, hasta dónde quiere llegar. En ningún momento le ha salido algo diferente a lo que tenía proyectado. De ahí que su obra transmita una gran sensación de seguridad. 

Se puede ver en su obra una tendencia a la abstracción cuando la escultura es comprometida. Cuando el artista quiere decir algo reduce los elementos a lo mínimo, buscando que el espectador no se pierda en los recovecos del ropaje, del rostro o de cualquier otra parte del cuerpo.

 Volvamos los ojos a los mineros, maestras y obreros de sus monumentos en lugares públicos. Sin embargo, sus retratos familiares, sus desnudos, son más tradicionales en cuanto a formas. Más compactas, con mayor delectación por el detalle y la anatomía. En una palabra, más realistas.